Pensamientos: La Pepi. Huella y recuerdo.

Reflexión sobre la fallecida abuela del autor.

Aquí, el autor recuerda a la Pepi, el cariño de una familiar que fue soporte en los momentos oscuros y en los de felicidad.

La huella en la vida propia a través del cariño de una mujer que fue soporte en los momentos oscuros y en los de felicidad; estuvo ahí para hablar de la ligereza de la vida en torno a una cerveza y unas sencillas patatas fritas, en cualquier terraza de una de sus queridas cafeterías cercanas, ya cuando las fuerzas no le daban para ir más lejos.

Larga vida la de esta mujer, mi abuela, la Pepi, que a punto estuvo de llegar a centenaria, sin fuerzas ya ni ganas de vivir: solo deseaba encontrar la paz de un momento final.

La recuerda mi infancia, llevándome a la playa de esta ciudad marítima que me ha acogido con el devenir de la vida pero que, cuando yo era un niño arraigado en la capital, donde lo más parecido al mar eran las piscinas que acompañaban a nuestros hogares, era sinónimo de paraíso. Cogíamos el autobús desde su casa y nos íbamos a pasar el día junto al agua, con la compañía de un picnic preparado por ella con cariño.

A una avanzada edad enviudó, entró en una residencia y conoció una breve segunda juventud. Los cuidados de su hija, cada día llevándole la comida, y de su nieto, yo, leyéndole los textos que escribía y charlando con ella en algún lugar tranquilo de la residencia o junto a la mencionada cervecita que, casi, la acompañó hasta el final, no eran más que reciprocidad afectiva: sembró cuidados y nos regaló su afecto, y de ello cosechó.

A veces, los afectos nos deparan descubrimientos sorprendentes. ¿Quién me iba a decir a mí que ella sería un punto cardinal en mi supervivencia? ¿En mi vocación? Su inteligencia, su saber hacer afectivo conmigo, fueron compañías en un largo camino por la vida que calaron y han quedado como proyección de ella hacia el futuro. En vida: en la vida de los que la quisimos.

 

 

 

Pensamientos: Viajes a la lejanía. Sobre el afecto.

Reflexión en torno al fecundo afecto en la lejanía.

Pensamientos en torno a una fecunda amistad que persevera en su cercanía pese a la distancia física.

Viajes a la lejanía, a una distancia que impide el contacto estrecho. Aquel que hace del trato cotidiano la fuente de una acostumbrada riqueza en el cariño. Ella, en búsqueda de un espacio propio que habitar, un espacio en forma de terruño pero también un espacio vital, marchó.

Uno siente que, quizá, ese terreno de la complicidad pasada ya no se recupere, distante que es el espacio: frontera en la comunicación. Cada uno haría su camino de forma natural. Sin embargo, un buen día, él recibe su llamada, esa forma de contacto a la que, últimamente, se han acostumbrado, y descubre, revive, el hecho de que no hay quien le conozca mejor que ella y que, ello, es fruto del fuerte cariño mutuo, que sacude fronteras. La distancia espacial no lo es tanto para la fina sensibilidad, para la inteligencia atinada. Y uno agradece que hayan tocado, otra vez, esa tecla que permite poner de nuevo a punto de forma fina el organismo, como si de un mecánico que le hiciera a uno una revisión se tratara. Un mecánico que resulta ser el afecto más cercano. Cercano en la lejanía.

Pensamientos: Influencias. Recuerdos de un sabio.

Reflexión sobre el influjo de las veteranía en la vocación naciente.

Pensamientos, a medio camino entre la evocación y la imaginación, que ponen en valor la influencia de las generaciones precedentes en las vocaciones nacientes.

Cuando yo era joven, un hombre ya jubilado, de barba canosa que tenía por costumbre acariciarse, todo él cariñoso hacia sí mismo, me hizo de guía intelectual sin mayor motivo o contrapartida que el hecho de identificarse con mi naciente devoción por las letras. Supongo que debió ver en mí un reflejo de sí mismo, de aquella juventud que ahora veía desaparecida tras la serenidad de su senectud.

Nada supe de él cuando, tras dejar la universidad, dejé de verle y recibir sus sabios consejos. Sin embargo, algunos años después, veraneando en la querida aldea de mi padre que, al correr del tiempo, también se convirtió en la aldea de mi madre, descubrí en algún estante de la campesina casa materna un ejemplar de una pequeña narración escrita por aquel hombre. También, a través de conocidos que cayeron en la desgracia de defraudar a las amistades que constituían su entorno y el mío -es decir, a través de conocidos de amistades, de puro refilón-, pude recibir una impresión directa de quienes le habían tratado en la plenitud de su prestigio.

Pasaron los años y, muy anciano, lo vi alguna vez sumergirse en los libros de ocasión que se vendían en las paradas de nuestro barcelonés mercado de Sant Antoni. Hasta que, hace pocas fechas, leí la noticia de su muerte en un conocido periódico catalán. Meditabundo en la gratitud de un recuerdo que no daba tregua a la nostalgia, me di cuenta de que una vida había cerrado su ciclo.

Pensamientos: Encanto de Barcelona. El año nuevo.

Reflexión en torno al año nuevo y el amor hacia Barcelona.

Aquí expone el autor pensamientos que hacen balance de la señalada fecha, para tantos, de año nuevo manifestando su amor a Barcelona.

Misterioso. Así se presentaba a mi ánimo el año, cuando recién lo estrenaba, ante la pregunta de la mujer que me atendía en la churrería. Cierto que podría haberme dado por pasar olímpicamente de rituales de este tipo, que al final no tienen mayor relevancia que cambiar el calendario, hacer balance del año, celebrar una Nochevieja que, este año, ha brillado por su ausencia y, cómo no, eso sí que no lo perdono, ¡tomar un chocolate con churros el primer día del año!

A fin de cuentas, perdida la oportunidad de hacer piña con la familia en Navidad, de despedir el viejo año con un abrazo o siquiera compartiendo un café con los amigos, el año nuevo se presenta con un optimismo mayor de lo que parecía hace apenas un par de semanas, con la tercera dosis en el horizonte y el virus, aparentemente, decayendo.

Además, estoy de enhorabuena porque mi compañía literaria me habla, a través de la prosa de un gran escritor barcelonés, de esta ciudad en la que resido, ya, si nos volvemos a fijar en las anualidades del calendario, desde hace 18 años. Una mayoría de edad que ha atravesado tiempos de esplendor en esta ciudad, turbulencias políticas y también ha vivido momentos más deprimidos. Lugar de un encanto con perfume de Mediterráneo que responde, en catalán o en castellano, al nombre de Barcelona. Esa ciudad templada, de sorpresivos aguaceros y veranos de un bochorno que se te pega a la piel. Una ciudad en la que, con sus virtudes y defectos, me lleva a pensar el encanto que pido a este año 2022.

Pensamientos: La virtud. Un proyecto de vida.

Reflexión del autor sobre su búsqueda de la virtud.

Pensamientos en los que, a través de la alteridad, el autor reflexiona sobre la virtud: madurez y sabiduría cuya admiración nació en la juventud.

Quizá, en la otoñal mañana de este verano extraño, uno tome el camino recto hacia la virtud. Se dice que esta es aburrida, que obstruye la diversión y nuestra característica picaresca. Pero, pienso yo repentinamente, abre el corazón.

La gente camina en calmada lentitud por la calle, con un aire de vacaciones veraniegas. Despreocupada. Tú, descubres que lo bueno, por sentido común, tiene toda la probabilidad de cobrar forma de madurez y sabiduría. Aquella misma sabiduría que admirabas en tu juventud. Descubres que los bienes materiales constituyen una fortaleza en la que cobijar el cuerpo y alimentar el espíritu con calmada tranquilidad. Pero también sabes que capitalismo abriga una trampa que ciega: la ambición, la prepotencia o, simplemente, una suspicacia ante quien no tiene lo que has alcanzado con el sudor de tu frente.

La gente transita calmada, a paso lento por la calle fresca en este verano extraño, y tú te empiezas a ver, de nuevo, centrado. Como si estuvieras empezando a cerrar el círculo que se empezó a dibujar cuando, con profunda clarividencia de juventud, te planteaste el proyecto de vida que seguirías durante tantos años.