Reflexión: De la amistad. Mi amiga y sus colindantes.

Reflexión en torno al influjo del afecto.

Reflexión en torno al efecto del afecto como fuente de felicidad a través de una anécdota veraniega.

Cuando el afecto fue una carencia, uno encuentra una cierta felicidad al ver correspondida su voluntad de conocer, de compartir, reír y confesarse con una persona a la que entrega su tiempo al correr de las estaciones. Así, va surgiendo el cariño auténtico, el del trato continuado, con una reciprocidad constante que a uno no deja de sorprenderle por su naturalidad. Un día, a quien esto escribe y confiesa, le sugiere tal fuente de afecto ir a la playa que linda con su hogar. Y es allí, en ese terreno humilde tan nuevo para él, donde, tras darse un baño, van a terminar la tarde a un lugar apartado donde poder tomar el sol tranquilamente.

En ese lugar, coinciden con tres jóvenes, un chico y dos chicas, arropados por una moto deportiva que les delata en su buen rollito. Hablan de temas propios de su edad, como son el estudio al detalle del tatuaje que se van a estampar en la piel, en un entorno de naturalidad veraniega de quienes, oriundos de la ciudad, saben dónde encontrar su pequeño paraíso para el topless y las confesiones. Cerca de ellos, compartiendo la tarde con mi amiga, me doy cuenta de que algo de esa sabia felicidad de quienes se saben en el camino adecuado me está siendo transmitido a mí: por mi amiga y sus colindantes.

De cine: Las amistades peligrosas. La seducción del celuloide.

Reflexión en torno a la proyección en la vida de la seducción en el cine.

Reflexión donde el autor recuerda el aprendizaje sentimental a través del cine, la literatura y la vida.

El transcurso de los años provoca la mitificación del seductor cortesano, anclado en la memoria desde la juventud, momento en que el celuloide le deslumbraba a uno mostrándole formas de vida insospechadas a través de excelsas interpretaciones y una dirección inspirada. Los lances del amor y de la sensualidad le eran mostrados a uno, a través de la pantalla, transmitidos por la perspectiva, sabia y experimentada, de la madurez. El amor, la sensualidad y sus consecuencias cubrían todo su ciclo y uno lo interiorizaba, digiriéndolo lentamente, para luego soñar con proyectarlo transformado a su vida, que ya no era la de unos pícaros cortesanos del siglo XVIII como en la película, sino la de un chaval que iba dejando atrás una adolescencia atormentada para entrar en una juventud que le abría mil interrogantes vitales. Un chaval que acarició, besó y recibió reciprocidad en la sensualidad temprana. Sin embargo, la picaresca, quizá, no era más que un ansia por descubrir, y por plasmar los descubrimientos que le ofrecía a uno el celuloide. Una voluntad de libertad, que se contradecía con el platonismo de sus esquemas mentales heredados de la adolescencia.

Con los años, uno volvería a visitar esa película, titulada Las amistades peligrosas, en una reposición en salas de cine, con la sensación más madurada de que el amor romántico de quien fue adolescente duele y es frágil pese a la belleza de su poesía, y que se fortalece aderezado con una buena dosis de clasicismo. Así, la aurora de rosáceos dedos que le desarrollaría a uno otras formas de amor a través de la Odisea de Homero, el poeta ciego, en una juventud que, ya, se manifestaba muy dura. Luego, fue una historia de amor hacia la literatura que perdura hasta hoy, enriqueciéndole a uno en un constante crecimiento, vital más allá del papel siempre, que aún tiene por delante escribir sus mejores páginas: las del amor maduro y sereno, las del genio vital, las de la inspiración creativa sazonada de oficio.

Microrrelato: Revivir. Bajo el sol de mediodía.

Historia sobre el redescubrimiento de la vida.

Microrrelato que trata sobre el redescubrimiento de la vida por parte de una singular pareja.

El hombre se mesó el cabello canoso tras apurar el café mientras esperaba a que saliera del baño su acompañante en la cafetería del museo. Reflexionaba, lanzando la mente a la memoria, al pasado. A lo que nunca fue pero pudo haber sido. Se dio cuenta de que no era, el momento presente, historia para tales capítulos. La vida pasada se fue y no tenía sentido fingir una madura juventud. Pelirroja, pantalón vaquero ceñido sobre su cuerpo bien formado por el ejercicio y una edad más temprana, salió del servicio con una sonrisa en el rostro. Esa expresión que buscaba una mente lúcida y una guía en la vida. La visión de una mujer herida aún en la flor de la vida. Se acercó a él, le besó notando un inusual recato en sus labios y frenó. Le miró, le notó cariacontecido y le lanzó una interrogación con la intención de esclarecer el misterio. Él tenía la opción de volver al redil de la distracción y el gozo, declinar la conciencia de su vida presente en favor del olvido entretenido. Tenía la posibilidad de engañarse. El acontecimiento fue que vio el espejo de sí mismo reflejado en los ojos almendrados de ella, unos ojos que, húmedos, empezaban a intuir el desastre. La mente de aquel hombre se había activado y estaba dispuesto ya a explayarse con palabras incisivas pero explicativas. Sin embargo, antes de que abriera la boca sus ojos ya expresaron la esencia de su pensamiento, de su sentimiento, de ese estado anímico tan raro y rebelde como es revivir. Creyó, por un breve instante, que ella montaría una escena, pero bajo los ojos acuosos de aquella joven mujer emergió una sonrisa que no sólo indicaba que le comprendía sino que parecía que, por contagio, volvía a entenderse a sí misma, recobrando el sentido perdido. Se levantaron, salieron del museo y caminaron juntos por el jardín esplendoroso bajo el sol de mediodía.

Reflexión: EL verano venidero. Momentos de claridad.

Texto que hace balance de la vida madura.

Reflexión en que el autor trata sobre la proximidad del verano como argumento para pensar en el curso de la vida.

La primavera entra en su apogeo, aguaceros repentinos se alternan con días templados que invitan a pensar en la calidez del verano, en el asueto de la playita en vacaciones: darse un chapuzón; ver, desde una edad que avanza hacia la senectud, las figuras lozanas de quienes amanecen a la juventud; darse cuenta de que, a una edad madura, estamos entrando en la plenitud de la vida, el momento en que eres consciente de ti, de lo que haces y el momento también en que eres capaz de orientar el rumbo de tu vida. Momentos de claridad para un verano venidero.

Microrrelato: Él. Un tímido y su quimera.

Breve narración sobre una pasión cinéfila.

Microrrelato que trata sobre las venturas y desventuras de un tímido sumido en la peligrosa quimera de una pasión cinéfila.

Él, adulto y particular, vive en el retiro de la timidez. Sale los fines de semana, desde su profunda introversión, en soledad hacia la magia de los cines de media tarde. Compra su entrada y, mientras llega la hora de la sesión, toma un refresco notando la calidez de las conversaciones que los extraños mantienen en mesas cercanas. Luego, acomodado en su butaca, se olvida de sí mismo y vive el universo ajeno como si fuera propio.

Da igual que se trate de un cocinero vienés o de un adúltero amor con pasión, sensibilidad y mucha pluma. Poco le importa viajar a épocas pasadas o futuras. Lo que, en el fondo, desea cada vez que va al encuentro de un estreno esperado con ansia semanal, es que le ofrezcan autenticidad.

Con ese soplo de aire, llegará el lunes al trabajo y podrá ver con la luz del artista las costuras de la sociedad en la que, inevitablemente, está inmerso. Le resultará más fácil sortear los comentarios artificiosos y despertarán su risa los apuntes ingeniosos. Sin embargo, con la llegada del atardecer, cuando de regreso a casa haga balance del día, notará el extraño vacío de quien soslaya la guía de la vida en favor de la del arte.